viernes, 29 de abril de 2011

El carril de aceleración

El carril de aceleración es ese tramo que está a la entrada de las autovías y autopistas y que sirve para incorporarse a estas de un modo seguro. Hago esta aclaración porque me consta que mucha gente no tiene ni idea de como se utiliza. A los hechos me remito y para ello voy a analizar dos de las situaciones que se pueden encontrar y yo mismo he sufrido en dichos accesos. Hay mas, pero estas son las mas frecuentes.

Tenemos al indeciso, dícese del conductor que entra con miedo, no acelera, no deja de mirar por el espejo, tu lo sigues nervioso, ya has comprobado que no viene nadie, pero él no se incorpora y el carril se acaba. Te vas a la izquierda y le haces señales para que se meta, tu lo cubres, no tiene nada que temer lo estás dejando pasar, pero el individuo sigue sin entrar, se ha parado entre el carril derecho de la autovía (donde tu estás) y el de aceleración  te pones de los nervios, el carril izquierdo ya se encuentra ocupado por lo que te ves obligado a permanecer allí y los vehículos  que antes se encontraban lejos ahora se pegan a tu espalda, casi empujándote,  no te queda mas remedio que pasar entre el indeciso y automovil que circula por el carril izquierdo en ese momento.


Cuando te vas recuperando de la impresión miras por el retrovisor y lo ves allí, provocando una retención, esperando una señal divina que le indique cuando debe proseguir su camino.


El otro caso a analizar es el siguiente. El conductor que se lanza por el carril, toma velocidad, pone el intermitente para indicar que se va a incorporar y justo cuando se tiene que meter pega un frenazo, quedándose allí, en medio, expectante.

Ni que decir tiene que si vas detrás de él, mirando por el retrovisor, seguro de que no viene nadie y que por tanto el de delante no tiene por que parar,  el susto que te llevas es de campeonato, por no decir de cojones, que queda mas vulgar y desde que escribo en un blog, me he vuelto muy refinado y elegante.

Una vez, después del sobresalto provocado por una señora, me acerqué a ella y le pregunte (con elegancia, por supuesto) el motivo de aquella repentina parada, la señora me respondió mirándome como si yo fuese tonto...
-Porque tengo un ceda ¿o no lo ves? dijo señalando.

...Sin comentarios.


martes, 26 de abril de 2011

Un molesto silbido

Hoy os quiero contar una de las anécdotas, que al cabo de los años, aún me hace sonreír cuando la recuerdo. Espero saber transmitir por escrito lo que sucedió.

En aquella ocasión viajaba con destino a Bornos acompañado de varios amigos, habíamos salido de Torremolinos después de desayunar y  la ruta transcurría de modo apacible, solo al llegar al Puerto del Viento encontramos las fuertes ráfagas que hacian honor a su nombre.
Situado en la carretera que une El Burgo con Ronda, en plena serranía rondeña, se encuentra este puerto de montaña desconocido para muchos a pesar de la belleza de su paisaje.

Una vez coronada su parte mas alta y después de haber luchado con un viento lateral mas que molesto, comenzamos la bajada en una larga recta.

Fue ahí cuando lo oí por primera vez, era un silbido, nítido, agudo, corto, como el que se utiliza para llamar la atención de alguien. Sorprendido miré hacia atrás y vi que el compañero que me seguía, se encontraba a unos cien metros de distancia por lo que descarté que hubiera sido él el responsable de aquel sonido, además los que iban delante de mi no habían hecho gesto alguno. Después de mirar a todas partes no conseguí encontrar una explicación así que decidí concentrarme en la carretera y disfrutar de las vistas, mas tarde preguntaría a mis compañeros de viaje.

No creo que llevara recorrido mas de tres o cuatro kilómetros cuando de nuevo lo oí, el mismo sonido, exactamente igual que antes, moví la cabeza en todas direcciones, yo era el penúltimo de una fila de cinco motos y estaba seguro que no procedía de ninguna de las que me precedían, giré la cabeza y comprobé que la distancia entre el último y yo seguía siendo la misma.
-!! Joder!! Es imposible que llevando los dos, casco integral, con la visera bajada y desde tan lejos , pueda oír tan claro un silbido suyo. Además, si es él ¿por que no hace algún gesto para que paremos?.
- Debe ser un pájaro, me dije a mi mismo, aunque sin mucho convencimiento.

A los diez o quince minutos cuando ya casi daba por hecho que el autor de aquellos silbidos era algún tipo de ave toca pelotas, autóctona de la zona, lo escuché otra vez, pero ahora sonó dos veces seguidas.
-!!Una mierda!! Eso no es un pájaro, seguro que es uno de estos gastándome una broma.
- Que cabrones, pensé sonriendo nervioso.
Impaciente por llegar, con ganas de estirar las piernas y sobretodo, queriendo comentar lo sucedido para salir de dudas, el camino ya se me antojaba demasiado largo.

Por supuesto el fenómeno no tardó en repetirse pero esta vez no se detenía, un silbido, y otro y otro y otro y el motor de mi moto que se para de repente y yo que me detengo en el arcén... y otro silbido y otro y otro y otro... Y mis amigos que me ven y se acercan a ver que ocurre...y siguen los silbidos. otro y otro y otro... con calma, abro una de las alforjas y saco mis herramientas, la secuencia  de silbidos no cesaba, repetitivo, molesto... Con ayuda de una llave fija desmonto el asiento y busco en el hueco hasta que localizo mi objetivo. El sonido cesa de inmediato.
-Ya está, dije mostrando un fusible ante la atónita mirada de los presentes.

 Era la puta alarma





viernes, 22 de abril de 2011

La motera

Esa mañana estaba decidido a dar una vuelta, el mal tiempo daba una tregua y me apetecía coger la moto. Como es habitual en mi, no planifiqué la ruta, iría donde se me ocurriera en el momento de subirme a mi maquina.
Circulaba por la nacional que bordea la costa, disfrutando de la brisa del mar, hipnotizado por el ronroneo del motor, cuando la vi aparecer. Se incorporaba desde una rotonda y la dejé pasar, debo decir que desde un primer momento llamó mi atención.
Durante algunos kilómetros fuimos enlazando curvas, yo siempre detrás , me gustaba seguirla, copiar su movimientos en cada trazada, su silueta femenina se movía con soltura en una perfecta comunión con su moto, devorando metros, tumbando a un lado y a otro dibujando con precisión la carretera, hasta que un semáforo nos hizo detener y aproveché para colocarme a su lado.
Estaba impaciente por ver como era y aunque el casco le tapaba la cara y sus ojos se escondían bajo unas gafas de sol, hubiese apostado doble o nada a que era preciosa.
La saludé con una leve inclinación de cabeza, como saludo a cualquier motero que coincide a mi lado y ella me correspondió con el mismo gesto.
No era muy alta, sus pantalones ceñidos mostraban unas piernas bien torneadas que de puntillas llegaban al suelo, inevitablemente me fije en su culo y mi mente, en su estado mas primitivo pensó.. "la madre que la pario que buena está". 

La luz verde nos invitó a continuar y volvimos a retomar el buen ritmo, disfrutando de otra ración de curvas, hasta llegar al próximo pueblo que nos recibía con un inevitable semáforo en rojo. No se si fue fruto de mi imaginación, pero me pareció leerle una sonrisa cuando comprobó que de nuevo me colocaba a su izquierda. Así que, dando la razón a aquellos que aseguran que no tengo vergüenza le dije 
- esta noche voy a soñar contigo.  
ella pisó el pedal izquierdo y justo antes de soltar el embrague para desaparecer entre el tráfico, me respondió con total seguridad.
- Lo sé.



miércoles, 20 de abril de 2011

¿Que le ha pasado a la moto?

Era  trece de Agosto a las cinco de la tarde, hacía el calor que se puede esperar en esas fechas en Málaga, la ciudad celebraba su feria y yo posiblemente iba montado en el único vehículo que circulaba a esa hora por el polígono, al menos eso pensaba en aquel momento.

 Entonces lo vi, unos metros mas adelante, por la calle de mi derecha asomaba algo rojo, era el morro de un coche, tiene un stop pensé, hice sonar el claxon (que queda mas fino que decir el pito) para que me viera y dejara de avanzar, pero creo que fue peor, porque el conductor, al que por un instante vi mirando hacia el lado opuesto a donde yo estaba, siguió la marcha hasta que giró la cabeza y me vio, entonces lo hizo. Detuvo el coche en seco y quedó cruzado en la calle. No me dejó espacio ni para esquivarlo ni para detenerme.

Todo sucedió muy rápido, frené y la rueda trasera se bloqueó, era de esperar, el frecuente trasiego de camiones cargados de arena que circulaban a diario por aquella calle, había dejado muy resbaladizo el asfalto y la moto se fue de atrás.
Aún no se como salí rodando ni cuantas vueltas di, repetía una y otra vez !mierda! !mierda! !mierda! hasta que mi cuerpo rebotó contra la puerta delantera del coche dejándome tumbado boca arriba, con mi cerebro trabajando a mil por hora analizando la situación.

Sabía que estaba bien, al menos que no era grave,  no me había golpeado la cabeza lo que era de agradecer, comprobé que podía  mover las piernas y también que el bulto que deformaba mi hombro derecho bajo la camiseta no era normal. También pude ver la rueda delantera de la moto a escasos centímetros de mi. Sin duda tuve suerte.

Por fortuna un compañero de trabajo venia detrás y vio todo lo sucedido. Cuando se acercó a mi le pregunté:
- ¿Que le ha pasado a la moto?.
- Olvídate de la moto, me dijo sorprendido por la pregunta.
- ¿tu como estas?
- He tenido días mejores pero por favor, dime la verdad... ¿Que le ha pasado a la moto?

lunes, 18 de abril de 2011

Lavar la moto

Para mi, lavar la moto es casi un ritual, es un rato a solas con mi maquina, me hace sentir como el jinete que alimenta y limpia su caballo y lo deja libre de parásitos.

Es sábado y hace un día estupendo, buena temperatura, el sol brilla y ninguna nube amenaza por ninguna parte, hoy no va a llover, al menos eso espero.
Lleno un cubo con agua, cojo unos trapos, mi caja de herramientas y bajo con todo al garaje, !ups,! vaya, me doy cuenta que he olvidado echarle un chorrito de jabón al agua. Cierro la puerta del local, después abro la del portal y subo las escaleras en busca del bote de lavavajillas ...(curiosa palabra esta, "lava-vajillas", solo cambiando una V por una B hablaríamos de otra cosa . "lava- bajillas" ) Con ese pensamiento que me hace sonreír preguntándome si una mujer de escasa estatura utiliza un lava "bajillas" cuando se ducha, abro la puerta de casa.

De regreso al garaje comienzo el trabajo. En primer lugar desmonto el asiento del pasajero y con ello puedo quitar también las alforjas. Después la emprendo con el respaldo y la parrilla que también desmonto y coloco con cuidado en el suelo junto al resto de piezas. Bien, ya he desnudado a mi niña. Ahora con ayuda de una esponja la empapo bien con el agua jabonosa...pero...!joder!...¿donde está la esponja?...ainssss que mala cabeza tengo, la dejé en casa. Se ve que una vez me dieron a escoger entre tenerla grande o tener buena memoria y nunca consigo recordar que elegí...jejeje...
De nuevo cierro la puerta del garaje, no sea que pase algún listo y se lleve algo , vuelvo a subir, menos mal que vivo en un primero.

Esta vez si, he repasado todo mentalmente y no he olvidado nada mas, ahora ya estoy enjabonando la moto con ayuda de la esponja y con paciencia y mucho mimo elimino la suciedad que afeaba mi montura. Luego la enjuago echándole por encima el agua del cubo evitando mojar las partes eléctricas. Con un paño de algodón comienzo el secado de la maquina y a continuación me dispongo a limpiar los cromados, para ello utilizo un producto de esos de limpiar las vitrocerámicas, los deja relucientes...¿y el bote?....¿no me jodas?...no puede ser...

Un pelín cabreado me encuentro de nuevo cerrando la puta puerta para que ningún cabrón me pueda robar mientras subo a casa, menos mal que vivo en un primero y solo tengo que subir treinta escalones de mierda.

De nuevo delante de la moto y un poco nervioso, no voy a negarlo, añado un poco de producto en un paño y   lo aplico sobre los cromados, dejándolo actuar unos minutos hasta que cojan un color blanquecino. Luego con otro paño de algodón  retiro el exceso de producto y con una gamuza froto las partes cromadas haciendo movimientos circulares puliendo la zona hasta que queden relucientes.
Repito el proceso con el respaldo y la parrilla que dejé antes a un lado y a continuación los vuelvo a instalar en su sitio. Da gusto ver como brillan.

Ya solo me queda limpiar las alforjas, para ello, antes de colocarlas en la moto, nada mejor que nutrir el cuero con grasa de caballo. Justo en ese momento es cuando me cago en San Puto Bendito, en la virgen de la Pata Gorda y en todo el santoral, justo cuando me doy cuenta que también olvidé la grasa de los huevos....de caballo....de los cojones....bueno ya me entendéis.... Después de dar mil vueltas por el local y de mirar otras mil en mis bolsillos sin encontrar las llaves del garaje, decido dejarlo abierto. Al salir las veo en la cerradura, mirándome, riéndose de mi, con autosuficiencia, satisfechas de haber permanecido en silencio mientras yo las buscaba. Las retuerzo con rabia en la cerradura y me dirijo al portal pisoteando con furia cada escalón.
Saco de un cajón la lata que contiene la grasa de caballo y oigo una voz preguntarme si he visto el lavavajillas, SI, le gruño al salir, y espero que la enana se este ahogando en la ducha.

Por fin termino de colocarlo todo en su sitio y saco la moto a la calle para ver como el sol refleja sus rayos en unos cromados impolutos. Y es justo en ese momento, en ese preciso instante cuando una gaviota decide arruinarme el día y profanar mi moto aflojando su culo y esparciendo su contenido sobre ella.







viernes, 15 de abril de 2011

Entre moteros

Ayer circulaba con mi moto cuando un tío con un scooter de esos de reparto con un cajón enorme detrás pasó rozando el manillar de mi Drag. No era hora punta ni había mucho tráfico, circulábamos por una avenida con tres carriles así que no tenia mucho sentido que se acercara tanto al resto de vehículos, solo las prisas del que está trabajando y el poco respeto hacia la seguridad personal y ajena explicaban que alguien se jugara el tipo de ese modo.
Sus maniobras por robar unos metros de ventaja no evitaba que compartiéramos la espera en cada semáforo de la larga avenida. En una de esas paradas nos encontrábamos en un mismo carril detrás de un turismo y el individuo busca impacientemente el modo de colocarse delante para salir primero pero no lo consigue, el tamaño del cajón le resta muchas opciones, no hay espacio y se tiene que conformar con la segunda linea que comparte conmigo a su izquierda.

Apenas cambió a verde la luz el  "impaciente"comenzó a increpar al conductor del coche que nos precedía para que emprendiera su marcha, dudo que al cerebro de ese hombre le hubiera dado tiempo asimilar el nuevo estado del semáforo cuando le llegaron los primeros reproches. Retomamos la marcha y por supuesto el "impaciente" intenta de nuevo el adelantamiento esta vez por la izquierda haciéndome frenar un poco para evitar el contacto con su parte trasera. Habíamos andado solo unos metros cuando el conductor del coche se ve obligado a frenar y a mover el volante a la izquierda para evitar a una furgoneta que se le echa encima por su derecha. El de la moto evita la caída milagrosamente, con una pericia incuestionable y casi sin reponerse del susto la emprende a gritos e insultos con el automovilista que ya hace rato que ha perdido la paciencia y se ensalzan en un cruce de descalificativos atrayendo la atención de los curiosos que los rodeábamos, por un momento se detienen obstruyendo con ello la circulación. Yo por mi parte los evito y avanzo hacia el siguiente semáforo mientras veo por el retrovisor como continúan la discusión a la vez que la marcha. Cuando llegan a donde me encuentro el motorista se coloca de nuevo junto a mi y buscando mi complicidad me dice:
- menudo hijo de puta
- si no andaras  haciendo el loco no te llevarías esos sustos, le dije
Con cara de sorpresa por mi respuesta y por supuesto bastante ofendido me respondió:
- Compadre, entre moteros deberíamos defendernos
Esta vez y sin saber bien porque, fui yo quien se ofendió
- No te confundas chaval, a ti te queda muy grande la palabra MOTERO
Retorcí el puño del gas y salí dejándolo allí sin tiempo a réplica...

 Lo se, soy muy chulo pero no puedo evitarlo