Me situé a su lado en el siguiente semáforo y esta vez, estaba seguro de que sonreía.
Dejamos atrás la población y las primeras curvas de la carretera nacional nos invitaban a trazarlas. Sus movimientos cautivaban mi fantasía y mi mente se dejaba llevar por la necesidad de saber quien era y que aspecto tendría la mujer que se escondía bajo el casco.
Los destellos del sol en los cromados de su moto contribuían a esa apariencia irreal, casi mística, como salida de un sueño. No sabia que hora era, ni tan siquiera recordaba donde me dirigía antes de encontrarme con ella, pero daba igual, en ese momento no me importaba absolutamente nada.
Fue al verla girar a la derecha en una de las salidas de la nacional, cuando dudé un momento, pero igualmente opté por seguirla, no había llegado hasta allí para darme la vuelta sin mas. La vi detenerse a los pocos metros e hice lo propio parando mi moto justo al lado de la suya.
Allí estábamos los dos, mirándonos, con los motores en marcha y sin hacer ni un solo gesto, hasta que ella levantó la visera de su casco dejando al descubierto unos ojos penetrantes, llenos de vida, hipnóticos.
La cabeza me daba mil vueltas, hubiera dicho algo pero temía estropear aquel momento, buscaba una frase ingeniosa, que rompiera el hielo, que la cautivara, que la hiciera reír.
Finalmente opté por un silencio que se hizo absoluto cuando, primero ella y después yo, apagamos el rugido de nuestras motos...
Intentando disimular mi nerviosismo bajé de la moto y me quité el casco, ella desmontó de su yegua de acero como lo haría una amazona de historias épicas.
Sin descubrir aún su rostro me dio la espalda y señalando el bar mas próximo, con un acento que evidenciaba que no procedíamos del mismo lugar dijo.
- Imagino que sabrás, que el último en llegar paga las cervezas
...Continuará
Los destellos del sol en los cromados de su moto contribuían a esa apariencia irreal, casi mística, como salida de un sueño. No sabia que hora era, ni tan siquiera recordaba donde me dirigía antes de encontrarme con ella, pero daba igual, en ese momento no me importaba absolutamente nada.
Fue al verla girar a la derecha en una de las salidas de la nacional, cuando dudé un momento, pero igualmente opté por seguirla, no había llegado hasta allí para darme la vuelta sin mas. La vi detenerse a los pocos metros e hice lo propio parando mi moto justo al lado de la suya.
Allí estábamos los dos, mirándonos, con los motores en marcha y sin hacer ni un solo gesto, hasta que ella levantó la visera de su casco dejando al descubierto unos ojos penetrantes, llenos de vida, hipnóticos.
La cabeza me daba mil vueltas, hubiera dicho algo pero temía estropear aquel momento, buscaba una frase ingeniosa, que rompiera el hielo, que la cautivara, que la hiciera reír.
Finalmente opté por un silencio que se hizo absoluto cuando, primero ella y después yo, apagamos el rugido de nuestras motos...
Intentando disimular mi nerviosismo bajé de la moto y me quité el casco, ella desmontó de su yegua de acero como lo haría una amazona de historias épicas.
Sin descubrir aún su rostro me dio la espalda y señalando el bar mas próximo, con un acento que evidenciaba que no procedíamos del mismo lugar dijo.
- Imagino que sabrás, que el último en llegar paga las cervezas
...Continuará
siempre existe en el mundo una persona que espera a otra, ya sea en el medio del desierto o en medio de una gran ciudad.Y cuando estas personas se cruzan y sus ojos se encuentran, todo el pasado y todo el futuro pierden completamente su importancia y solo existe aquel momento.Paulo Coelho