Tenemos al indeciso, dícese del conductor que entra con miedo, no acelera, no deja de mirar por el espejo, tu lo sigues nervioso, ya has comprobado que no viene nadie, pero él no se incorpora y el carril se acaba. Te vas a la izquierda y le haces señales para que se meta, tu lo cubres, no tiene nada que temer lo estás dejando pasar, pero el individuo sigue sin entrar, se ha parado entre el carril derecho de la autovía (donde tu estás) y el de aceleración te pones de los nervios, el carril izquierdo ya se encuentra ocupado por lo que te ves obligado a permanecer allí y los vehículos que antes se encontraban lejos ahora se pegan a tu espalda, casi empujándote, no te queda mas remedio que pasar entre el indeciso y automovil que circula por el carril izquierdo en ese momento.
Cuando te vas recuperando de la impresión miras por el retrovisor y lo ves allí, provocando una retención, esperando una señal divina que le indique cuando debe proseguir su camino.
El otro caso a analizar es el siguiente. El conductor que se lanza por el carril, toma velocidad, pone el intermitente para indicar que se va a incorporar y justo cuando se tiene que meter pega un frenazo, quedándose allí, en medio, expectante.
Ni que decir tiene que si vas detrás de él, mirando por el retrovisor, seguro de que no viene nadie y que por tanto el de delante no tiene por que parar, el susto que te llevas es de campeonato, por no decir de cojones, que queda mas vulgar y desde que escribo en un blog, me he vuelto muy refinado y elegante.
Una vez, después del sobresalto provocado por una señora, me acerqué a ella y le pregunte (con elegancia, por supuesto) el motivo de aquella repentina parada, la señora me respondió mirándome como si yo fuese tonto...
-Porque tengo un ceda ¿o no lo ves? dijo señalando.
...Sin comentarios.